La palabra sostenibilidad ha perdido el peso que alguna vez ostentó. Hoy inclusive se podría decir que es insostenible hablar de sostenibilidad. En 1987 se incorpora la definición de Desarrollo Sostenible en el Informe Brundtland, “Nuestro futuro común”, en el que se diseñan las estrategias a largo plazo para garantizar un desarrollo basado en el progreso económico y social equitativo guardando el respeto por el medio ambiente. En este sentido, la sostenibilidad es entendida como viabilidad ecológica que solo puede ser alcanzada si los sistemas socioeconómicos funcionan en harmonía con el medio biofísico. 

Hoy, el término es usado como estrategia de marketing por varías marcas, acto también llamado “greenwashing” o “socialwashing”, pues se acude al uso de la sostenibilidad en la publicidad aunque las compañías no suelan demostrar la evidencia del impacto social o ecológico de sus productos. Esta ecologización del mercado, permite que se justifique en la actualidad la explotación indiscriminada de recursos mayormente en países del hemisferio sur. Se titulan entonces corporaciones, marcas y empresas como sostenibles, beneficiándose de la respuesta de un consumidor que intenta ser más responsable con sus acciones y que inconscientemente es víctima de un ideal de “belleza verde”. Ello no solo implica el abuso de lenguaje del término en si, sino también juega en contra del fin ulterior que busca la sostenibilidad, el de reducir tanto la pobreza como el impacto nocivo al medio ambiente.

En el caso de los países en vías de desarrollo, encaminarse hacia los Objetivos del Desarrollo Sostenible propuestos por la Agenda 2030 involucra la disminución de la brecha socioeconómica. En el Perú existen 55 pueblos indígenas u originarios, de los cuales el 30% vive en pobreza extrema y más del 86% trabaja en la economía informal (OIT, 2020). Cada pueblo cuenta con una herencia cultural y cosmovisión única que es plasmada a través de la multiplicidad de sus expresiones ya sean la música, el arte, las ceremonias o los mitos. Esta diversidad cultural ofrece un abanico de perspectivas acerca de las preguntas fundamentales de la humanidad: qué somos y por qué vinimos a la Tierra. No hace falta exhibir todo el historial de explotación y colonialismo sufrido por los pueblos indígenas para ver que en la actualidad la exclusión social y discriminación hacia este sector de la población persisten. Esta exclusión y discriminación conllevan la falta de autoidentificación étnica y por ende a la pérdida de herencia cultural, una que es necesaria revitalizar hoy, frente a la escasez espiritual y a la falta de conexión con mundo natural que nos rodea.

Desde Koshi Studio nos hemos propuesto buscar una solución. Nos fundamos en el 2019 y estamos formados por un equipo interdisciplinario compuesto por Thalía Rondon (diseñadora), Slavia Salinas (ambientóloga) y Francesca Sabroso (psicóloga). Como primera iniciativa, iniciamos una propuesta de trabajo conjunto con la comunidad Shipibo-Conibo de Cantagallo. El arte de los Shipibo-Conibo es emblemático de la Amazonía peruana, y tiene como huella digital el diseño del kené y del kewé. Estos diseños, materiales e inmateriales y declarados Patrimonio Cultural de la Nación, son conformados por figuras geométricas que trazan la energía de los Shipibo-Conibo y representan desde constelaciones, plantas rao hasta la fauna silvestre.

La principal fuente de ingresos de esta comunidad es la venta ambulante de artesanías, generalmente a turistas. A pesar de las deslumbrantes habilidades artísticas de esta comunidad, no logran posicionarse en el mercado por lo que se encuentran viviendo en condiciones precarias. Desde Koshi notamos que sus habilidades artesanales no recibían el valor artístico ni cultural, por lo que empujamos un emprendimiento social que busca crear productos inspirados en esas habilidades. Con ello, las habilidades artísticas Shipibo-Conibo podrán obtener una mejor respuesta ante las exigencias del mercado contemporáneo, asegurando a través de nuestro modelo de negocio un sustento económico constante a los artesanos involucrados. En Koshi medimos el impacto económico generado en función del aumento de ingresos que recibe el artesano tras la co-creación de un producto con nosotros. Asimismo, buscamos empoderar a los artesanos a través de capacitaciones y talleres desarrollados a lo largo del proceso de cocreación siempre velando por su visibilización.

Arte Amazónico para Colorear es el primer producto que lanzamos. Es un libro para colorear con 30 diseños Shipibo-Conibo elaborados por 5 artesanos: Olinda Silvano, Ronin Koshi, Sadith Silvano, Débora Buenapico y Delia Pizarro. Con la compra de cada libro se le retribuye un porcentaje por propiedad intelectual a cada artesano involucrado. El lanzamiento de este libro fue principalmente motivado por la urgente necesidad de trabajo de los artesanos de esta comunidad ya que, por la pandemia del COVID-19 — al estar el sector turismo detenido—, sus ingresos económicos se vieron afectados. En circunstancias como esta es que buscamos crear un producto que se preste al mercado en general y cuya cocreación fuera posible de forma remota. Con Arte Amazónico para Colorear se ha logrado un triple impacto: (i) aumentar en un 50% los ingresos mensuales de los artesanos involucrados, (ii) ofrecer un espacio de arteterapia y, (iii) gracias a la opción de “compra y dona”, los libros destinados serán entregados junto a la ONG Puertas de Emergencia a madres gestantes del Hospital 2 de Mayo.


Habiendo expuesto nuestro recorrido y visión, esperamos apuntar hacia un desarrollo verdaderamente sostenible, reivindicando las consecuencias por el indebido abuso del término, y apoyando a las comunidades en esta misión.


OIT. (2019). Aplicación del convenio sobre pueblos indígenas y tribales núm. 169 de la OIT: Hacia un futuro inclusivo, sostenible y justo. Organización Internacional del Trabajo. 


Informes: Contacto: koshistudio.com